LA HISTORIA DE UNA INFAMIA, LA IMPLEMENTACIÓN
DEL “NUEVO MODELO EDUCATIVO”[1]
Enrique Ávila Carrillo
En Nueva York, el 23 de septiembre del 2014, en el hotel Waldorf Astoria, se hospedaban Angélica Rivera y su consorte, Enrique. Este último acababa de recibir el premio Appeal of Concience Foundation al estadista mundial 2014, en afirmación de su liderazgo y los empresarios multimillonarios, le ratificaban su beneplácito por haber demostrado ser un sumiso súbdito del capital financiero mundial. Era el reconocimiento por las reformas que el hijo predilecto de Atlacomulco había impulsado de manera automática.
El aparato gubernamental operaba al inició del sexenio con extrema eficacia en lo concerniente a la aplicación de las leyes en materia de energía, telecomunicaciones, financiera, política y educativa. Esta última había sido elaborada a la medida de los requerimientos de la iniciativa privada mexicana y trasnacional. La revista inglesa The Economist y el periódico estadounidense The New York Times elogiaban al bisoño mandatario neoliberal y expresaban que bajo su conducción la Nación atravesaba por un excelente “mexican moment”,[2] forma coloquial utilizada para otorgar su apoyo al régimen priista, que cumplía a cabalidad las normas internacionales requeridas por los organismos económicos, entre los que destacan el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Este éxito aparente de Enrique Peña Nieto se debía a que el deplorable sistema político oficial de este país había dado a conocer en diciembre del 2012 el Pacto por México, que otorgaba un amplio respaldo al recién llegado a la presidencia. Las cúpulas firmantes pertenecían al PRI, al PAN y al PRD.
Una vez que el sector hegemónico sintió que la oposición a su control sobre la educación pública sería mínimo, exigió al recién nombrado primer mandatario que llevara a cabo lo que en septiembre del 2012 le había planteado Claudio X. González, dirigente de la organización empresarial de ultraderecha Mexicanos Primero,[3] que era: recuperar la rectoría de la educación por el Estado, cabe mencionar que el Estado nunca dejó dicha rectoría; en efecto, cedió algunas parcelas de corrupción a la dirigencia corporativa del SNTE, más aún en tiempos electorales, pero la conducción siempre estuvo en sus manos; lo que “Mexicanos Primero” deseaba era que se diera una hipotética “profesionalización docente”, y que por consiguiente todas las plazas y no nada más las de nueva creación fueran sometidas a concurso, que se estableciera la evaluación universal y que se convirtiera en requisito para la permanencia del docente en el trabajo. Con el cinismo de que es capaz Claudio X. González expresó: “Si no se recuperan las plazas, no se recupera la plaza”. El citado líder empresarial exigió que las escuelas fueran dotadas de mayor autonomía y que los padres de familia tuvieran una mayor participación en la conducción de los centros escolares y, además, pidió que en el presupuesto de egresos que votarían en los próximos meses en el poder legislativo, no se contemplaran recursos para cubrir ningún tipo de plaza sindical.[4] En otras palabras, este empleado de Televisa exigía contar con manos libres para organizar la educación de acuerdo con los requerimientos de la iniciativa privada.
Uno de los primeros compromisos de este grupo de empresarios, fue impulsar la aprobación en las cámaras legislativas de la “reforma educativa”; en palabras más digeribles, los integrantes del Congreso de la Unión, aceptaron sumisos darle forma presuntamente legal a los lineamientos emanados de los acuerdos de la OCDE y del FMI en materia escolar. Al cambiar el texto del artículo 3°, los parlamentarios llevaron a cabo un verdadero galimatías, con frases e ideas confusas y sin un ordenamiento lógico. Su concepto de “calidad” nada tiene que ver con la pedagogía más elemental; su propuesta se debe al mundo de los negocios y de la producción en serie. Escandalosa, por decir lo menos, fue la embestida contra los derechos laborales de los trabajadores de la educación. De manera rotunda y con el contubernio de los partidos políticos se desconoció la estabilidad en el empleo, que era con mucho, una de las grandes conquistas de los maestros, que habían pugnado por obtenerla desde las postrimerías de la etapa armada de la Revolución Mexicana y, desde luego, por los integrantes de las primeras Misiones Culturales, creadas por José Vasconcelos. De la nada, fieles a su servilismo ante las condiciones del gran capital, los diputados y senadores del PRI, PAN y PRD— salvo algunas honrosas excepciones— acordaron que de ahora en adelante el ingreso, la promoción y la permanencia de los docentes en el trabajo estarían sujetos a la aprobación de evaluaciones estandarizadas, tanto a ellos como a sus alumnos, y acompañada de esta medida vino la consabida amenaza de que los docentes que presenten un bajo desempeño en forma permanente deben ser excluidos del sistema educativo.
En materia de aplicación de exámenes estandarizados, el fracaso pedagógico ha sido categórico, no así el éxito económico que ha representado para organizaciones como el CENEVAL y otras ONG, que en 30 años han amasado verdaderas fortunas midiendo los conocimientos de la niñez y juventud de este país, al aplicarles varias pruebas al año de opción múltiple, descontextualizadas y, en algunas regiones, con reactivos fuera de toda proporción cultural con los habitantes de esa zona geográfica.
Se dice, con la inseparable carga demagógica que contiene el discurso priista, que con la autonomía de gestión, la educación tendrá una mejora sustantiva con la participación de los padres de familia en el mantenimiento de las escuelas. Nada más alejado de la verdad; lo que se impulsa es legalizar el pago de cuotas que las empresas comerciales —más que todas, las de alimentos chatarra— tengan libre acceso a los centros escolares; además, los integrantes de la comunidad tendrán que costear el consumo de luz, agua, internet, teléfono, gises, pizarrones y todo el material de limpieza que la SEP dotaba en varias remesas durante el año. La subrogación de servicios es escandalosa; una parte sustancial de los costos de la enseñanza pública son administrados por entidades privadas, tales como: Transparencia Mexicana, Fundación IDEA, Fundación Empresarios por la Educación Básica, Fundación Televisa, Servicios Integrales de Evaluación y Medición Educativa SC y otras.
Uno de los principales negocios en la enseñanza básica (así es como lo ven los neoliberales) consiste en pagar sumas estratosféricas a las universidades y tecnológicos, obviamente privados, para que se encarguen de “actualizar” a los docentes en servicio y dotarlos de una serie de principios “competitivos”, que son la base de los conceptos pedagógicos de la iniciativa privada nacional y de las grandes trasnacionales.
Ante la embestida mediática contra las bases de la educación obligatoria, laica y gratuita que se ha desatado en el actual gobierno peñanietista, los miembros de la CNTE, como respuesta, elaboraron un documento titulado: Bases para una propuesta de educación alternativa. Durante más de treinta años, los maestros democráticos de este país llevaron a cabo foros, talleres, congresos, reuniones, seminarios, encuentros pedagógicos y finalmente pudieron plasmarlo en este texto. Las decenas o centenas de propuestas de mejoramiento sustancial de la educación que a lo largo y ancho de la nación se llevan a cabo cotidianamente están reflejadas en este documento, que se ha nutrido de las experiencias de el Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO), el Programa Democrático de Educación y Cultura para Michoacán (PDECEM), y las escuelas altamiranistas en Guerrero, entre otros.
La evaluación estandarizada que han impuesto las autoridades educativas parten de un error, puesto que aplican la evaluación como si fuera un examen… y eso, cualquier pedagogo o maestro con un año de práctica docente puede explicarlo. La evaluación debe partir de analizar las condiciones económicas, sociales, políticas, culturales, estructura familiar y entorno afectivo; debe tomar como base el principio de educar para desarrollar armónicamente al individuo para que construya y transforme la realidad, no para formar jóvenes que se adapten sumisamente a las nefastas decisiones de los grandes consorcios internacionales; además, la aplicación de los exámenes externos a los estudiantes promueve la práctica individual, memorística, acrítica y cooperan en la anulación del proceso de enseñanza-aprendizaje.[5]
En la aplicación de esta infamia, los funcionarios de la SEP y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, INEE, han puesto un especial énfasis en que presuntamente la educación está mal debido a los maestros. Los profesores de repente dejaron de ser el principal soporte de la construcción de la nación y se convirtieron en flojos, inpreparados, indolentes, sucios, violentos, incultos, que no saben dialogar, ineptos, que todo lo quieren resolver con marchas y plantones. Dentro de ese esquema, el 22 de marzo de 2016, el delfín Aurelio Nuño Mayer anunció con orgullo que cualquier profesionista (licenciado) podrá dar clases de educación preescolar y primaria en el sistema público. En la práctica, con ese mensaje el secretario de Educación, cuya principal característica es su rijosidad contra los normalistas, apresura el desmantelamiento del sistema de escuelas formadoras de docentes que según él, no tienen razón de ser.
La inmensa capacidad de los priistas y en especial los burócratas de la SEP para mentir no conoce límites. Nunca mencionan que el caos que existe en algunos sectores fue creado por su corrupción. De repente se les ha olvidado lo que ha significado la deshonesta cúpula dirigente del SNTE desde 1943 hasta el 2017, con la que han privilegiado sus negocios (fraccionamientos, constructoras, tiendas, hoteles, inmobiliarias, venta de plazas, préstamos a corto plazo e hipotecarios y otras lindezas más). Ellos, junto a los integrantes del régimen encabezado por Peña Nieto, son los verdaderos culpables de la situación actual de inestabilidad laboral y sobre todo, de una baja sustantiva en el nivel de conocimiento de los educandos. Con su política represiva lo único que han logrado es aumentar la confusión e inestabilidad social.
Los profesores han resistido y se preparan cotidianamente para luchar en defensa de la educación pública, laica y gratuita, que el actual gobierno amenaza como en ninguna otra etapa de la historia contemporánea de nuestro país; los docentes, aquellos que no han entrado en componendas con el sector hegemónico, están convencidos de que la pedagogía que despliegan frente a su grupo, debe llevar a sus alumnos a combatir contra la ambición, la competencia, la competitividad, la rivalidad, la ganancia, el beneficio individual, el consumismo, la ostentación, el engreimiento y la frivolidad. Los mentores mexicanos están convencidos de que el trabajo en común, por equipo, de manera colectiva, es la mejor forma de enfrentar la violencia del individualismo capitalista, que es lo que promueve esta “reforma educativa”.
El gobierno, como respuesta, se ha dedicado a “encapsular” los plantones y las marchas; inclusive el régimen del mandatario atlacomulquense ha utilizado en múltiples ocasiones la represión contra los contingentes magisteriales en Chiapas, Ciudad de México, Oaxaca, Michoacán, Guerrero y otras entidades, con varias decenas de heridos y por lo menos 13 muertos en lo que va del sexenio de triste memoria para los maestros organizados en la CNTE.
Con tal de imponer el “nuevo modelo educativo”, no importó al gobierno de Peña mantener al país en un largo enfrentamiento civil. Estados cómo Nuevo León, Sonora, Baja California, Jalisco, Tabasco, Morelos, Sinaloa, Colima, Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Ciudad de México, Guerrero y otros, han vivido lo que va del sexenio en un constante conflicto magisterial.
La total cerrazón del grupo hegemónico, los ha llevado a pilotear este año lectivo 2017-2018, un “modelo educativo”, que de manera demagógica y demostrando una total inconsistencia histórico-pedagógica, llevará –según su decir- a los profesores a que ahora sí, van a aprender a aprender, junto con sus alumnos. Lo dicho, no sería malo darles algunas lecciones de técnicas de la enseñanza, a estos incipientes empleados metidos a presuntamente dirigir el proceso educativo.
Las cuentas que Enrique Peña Nieto rindió en el cuarto informe presidencial nada tienen que ver con las prometidas en el 2012; las grandes ofertas de transformación y modernización del país mediante sus “reformas estructurales” han sido un fracaso. El índice de aceptación popular de su gestión es el más bajo desde la época de Victoriano Huerta. Sobre éste gobernante producto de los infomerciales, pesan centenares de muertos, víctimas de la mala conducción de las fuerzas públicas en el nivel nacional: cerca de treinta mil desaparecidos. Su régimen se ha convertido en un grotesco “facilitador” de la delincuencia organizada, cuyos integrantes se enseñorean en amplios territorios de la nación. Las finanzas públicas son un fabuloso botín, para toda esa burocracia que medra en las dependencias gubernamentales.
En contraparte a esta corrupción de las autoridades priistas, los profesores pensamos y llevamos a la práctica, ideas innovadoras que nos permitan impartir en las escuelas de enseñanza básica, una pedagogía que nos conduzca a analizar críticamente la realidad en que se desenvuelven los métodos utilizados en la enseñanza-aprendizaje:
Primero, la educación impartida en la escuela, debe ser un proceso que permita la participación de todos los implicados en la acción educativa (estudiantes, profesores, directivos, padres de familia y comunidad en general);
Segundo, de entrada se debe proponer a nuestros educandos la necesidad de construir conjuntamente un proceso de reflexión, que nos lleve hacia soluciones tomadas de manera colectiva, que transite sobre una deliberación colaborativa, que nos conduzca a la práctica y así de esa manera, en forma de espiral, ir escalando el conocimiento de manera conjunta;
Tercera, todo proceso pedagógico, debe construirse partiendo de un concepto gregario, que combata abiertamente las teorías individualistas del éxito, cuya presencia en los procesos formativos, tiene sus orígenes en la pedagogía nazi de los años treinta del siglo pasado;
Cuarta, debemos impulsar una cultura escolar que busque y practique la democracia, la participación en la vida cotidiana de la escuela, la colaboración en la existencia misma del centro escolar, el proceso educativo debe llevar a la integración plena del alumno en la problemática de su entorno, desde luego, la investigación entre los niños y adolescentes, debe ser promovida por los profesores, todo este cúmulo de experiencias didácticas, debe estar permeada por conceptos humanistas, éticos y críticos entre otros valores;
Quinta, tanto el maestro como el alumno, deben desarrollar la capacidad para explicar, comparar, analizar, clasificar, interpretar, inferir, valorar y argumentar; una vez que el proceso educativo ha logrado establecer esta simbiosis entre el alumno y el maestro, los frutos de la enseñanza se empezaran a cosechar con satisfacción plena;
Sexta, nosotros debemos de promover activamente entre nuestros educandos el interés científico; es nuestra obligación proponer una enseñanza libre de dogmas y sobre todo, combatir activamente la nefasta influencia de ciertos medios electrónicos que deforman la realidad. Debemos asumir en la mejor tradición socrática, una actitud heurística en todos los ámbitos escolares, que nos lleven a suministrar a nuestros alumnos las herramientas necesarias, que despierten su curiosidad;
Séptima, se requiere oponer a la nefasta implementación de la evaluación oficialista, basada en la distinción o individualización y el castigo, una valoración que nos lleve a la reflexión colectiva y que coadyuve a la solución de problemas concretos detectados en los procesos educativos, no se debe mantener en una constante zozobra laboral y académica, tanto a los educandos, como a los educadores.
Octava, debemos impulsar constantes campañas en contra de las prácticas meritocráticas y competitivas que se promueven en las escuelas, tales como los concursos que resaltan los individualismos o el sumun de la mercadotecnia “los cuadros de honor”, que tanto orgullo da al empresario y que han sido traspasados mecánicamente de las fábricas a las aulas.[6]
En fin, creo que la infamia perpetrada por el gobierno peñanietista, será juzgada por la historia, más pronto que tarde. Los profesores saldremos adelante, a pesar de tener en contra a los medios masivos de comunicación e implantaremos juntos con los padres de familia y las comunidades todas, una educación crítica y reflexiva, que nos sirva para enfrentar al neoliberalismo ramplón que atenta contra la humanidad.
Muchas gracias
Sección novena, México, 26 de agosto de 2017
Orgullosamente normalista
Profesor: Enrique Ávila Carrillo
[1] Ponencia presentada en el Encuentro Nacional por Niveles y Modalidades Educativas organizado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación el 26 de agosto del 2017 en la Sección 9 CNTE.
[2] Villamil, Jenaro, La caída del telepresidente, de la imposición de las reformas a la indignación social, Editorial Grijalbo, México, 2013, p.171.
[3] Ávila Carrillo, Enrique, et al, Educación Rebeldía y Resistencia, editorial UNÍOS, México, 2014, p.71.
[4] Hernández Navarro, Luis, La novena ola Magisterial, ediciones autor, México, 2016, p.p. 30,31.
[5] Imaz Gispert, Carlos, “El modelo educativo 2016 ¡es un esperpento!”, La Jornada, 19 de agosto de 2016.
[6] Bases para una propuesta de Educación Alternativa en México, (Comisión de Sistematización del Grupo Académico Asesor de la CNTE), Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, México, 2017, p.p. 55, 56, 57.