¿Los niños leen?[1]
Paloma Saiz Tejero!
Quisiera comenzar antes de entrar de lleno en el tema, con una serie de consideraciones sobre el libro y la lectura.
Sin lectura no hay educación, y sin cultura no hay identidad. Un pueblo que lee, es un pueblo constructor de pensamiento crítico, un promotor de utopías. Un pueblo que conoce su historia y se apropia de ella, se sentirá orgulloso de sus raíces.
La lectura socializa, comparte experiencias e informaciones. Los libros nos permiten entender la razón que nos constituye, nuestra historia y hacen crecer nuestra conciencia más allá del espacio y el tiempo que fundamenta nuestro pasado y presente.
La lectura genera mejores ciudadanos. Gracias a los libros aprendemos a creer en lo imposible, a desconfiar de lo evidente, a formar pensamiento crítico, a exigir nuestros derechos, a cumplir con nuestros deberes como ciudadanos.
La lectura influye en el desarrollo personal y social de los individuos y sin ella, no hay sociedad que pueda progresar. El libro que es el principal instrumento de la cultura, es por lo tanto imprescindible para el desarrollo pleno del ser humano, para tener una sociedad más justa e igualitaria.
La lectura es el gran formador sentimental. Es el impulsor de una profunda transformación cultural. Es el factor clave de la identidad y la democratización. La literatura es un camino de ida y vuelta. Nos aleja de nuestra vida cotidiana para traer después lo que se ha leído en esas páginas, a nuestra misma realidad pero con más armas para enfrentarla. Eso es la literatura, la gran creadora de personajes, reflejos de nosotros, espejos de nuestra grandeza y fragilidad como seres humanos. Con un libro puedes viajar, conocer nuevas personas, otros países, otras realidades, otras experiencias.
La cultura es el gran eje rector de la educación informal. Es la que moldea esencialmente a los individuos. Sin la educación informal, la educación formal queda trunca.
Ha señalado la UNESCO: “Los libros y el acto de leer constituyen los pilares de la educación y la difusión del conocimiento, la democratización de la cultura, la superación individual y colectiva de los seres humanos” y también reconoce que “saber leer y escribir constituye una capacidad necesaria en si misma, y es la base de otras aptitudes vitales”.
Mucho se ha discutido el papel de la escuela en la formación de lectores. Y es porque la lectura está ligada directamente al conocimiento y es obligatoria, por lo que se pierde el sentido de la lectura por placer. Lo que produce, más que formar lectores habituales, creará lectores temporales, que tendrán que leer por necesidad para cubrir las exigencias de la escuela.
En la escuela los planes de estudio imponen un tipo de lectura y se va perdiendo en los alumnos la idea que los libros, además de ilustrar, también son fuente de entretenimiento.
La obligatoriedad de la lectura lleva a resultados contraproducentes y se provoca una reacción de rechazo que se convierte en una suerte de vacuna contra el placer de la lectura. La escuela suele ser en muchos casos la culpable de arrebatar el derecho al disfrute.
Especialistas en el tema están de acuerdo con marcar bien la diferencia entre las diferentes lecturas.
Warren G. Cutis nos dice “Existe además una confusión entre los conceptos de estudiar y leer; el estudio y la preparación escolar nada tienen que ver con la lectura desinteresada”.
Felipe Garrido agrega “Que alguien lea por puro gusto, por el placer de leer es la prueba definitiva de que es un buen lector”. “El lector no nace, se hace”. Salvador García Jiménez, comenta “Los efectos nocivos de hacer obligatoria las lecturas es que una enorme proporción de estudiantes acaban por cobrar aversión y rencor a las novelas». Juan Domingo Argüelles: “…hablan de competencia lectora y de comprensión de la lectura como elementos fundamentales del hábito, excluyendo todo rasgo de placer e incluso condenándolo”.
La obligatoriedad tiene esencialmente una función práctica, y no se toma en cuenta el interés personal. Los niños y los jóvenes prefieren al iniciarse en la lectura, una relación con el libro que desvinculen por completo del deber.
Es evidente que hasta ahora el sistema educativo no ha conseguido formar lectores. La educación pública obligatoria enseña una técnica, pero no el gusto por la lectura.
Esto no quiere decir que en todo es así. Pero son excepciones y casi siempre fuera de los programas educativos.
Ahora veamos; los niños más pequeños, jamás sentirán obligación de leer. Durante la etapa más receptiva y factible para la asimilación, lo harán con gusto.
Desde la más tierna infancia los niños deberían tener a su alcance libros, esto hará que ellos los consideren como algo cotidiano, algo cercano e incluso algo que les aportará seguridad.
Los niños muy pequeños (hasta los dos años) son exploradores natos, no es una etapa lectora en sí misma, sin embargo les atraerá el “objeto libro” al igual que otras muchas cosas que tienen por descubrir.
Acercar a los niños a la lectura, es considerada como fundamental en la vida, pues la recrea sueños y fantasías. Se trata de que esto lo entiendan los niños y que no vean los libros sólo como una herramienta para obtener una calificación, un título o como una obligación, sino como la manera de llegar a ser individuos conscientes y con armas para enfrentar el futuro.
En países como México, a pesar de la obligatoriedad de la educación primaria y de la asignación de los libros de texto a todos los estudiantes, no hemos logrado que estos índices de lectura cambien radicalmente la forma de lectura en nuestro país.
Será que no hemos podido acercar a nuestros niños a la lectura de manera lúdica y recreativa. O si lo hemos hecho, que sucede que cuando crecen no lo siguen viendo así y se va perdiendo ese placer.
Como ya dijimos anteriormente la obligación es un factor fundamental para alejarlos de la lectura, si además imponen leer textos que están muy lejanos a sus gustos, distantes de sus necesidades y fuera de tiempo, el resultado es predecible.
Es muy raro y que conste que no digo que sea así siempre, pero en general creamos en los niños la idea que leer es aburrido y es un castigo.
Con estas frases desencantamos al niño:
Si te portas mal vas a la Biblioteca
Perder el tiempo leyendo un libro de cuentos, ponte a estudiar
¡Apaga le tele y ponte a leer!…
Siempre como una sombra de fastidio y de castigo.
La escuela está muy preocupada por que los niños adquieran herramientas para la comprensión de los textos y la capacidad lectora.
El daño que ha hecho Lujambio y las palabras por minuto.
Solamente los lectores que leen cotidianamente, son los que lograrán adquirir las herramientas para la comprensión y para tener todas las capacidades, habilidades y destrezas necesarias para el éxito en la escuela. La desvalorización del placer y el énfasis en el conocimiento abstracto ha llevado a la creación de los no-lectores.
Por lo tanto es fundamental crear una nueva mentalidad en las escuelas para que los maestros dejen de vincular a la lectura no obligatoria con la pérdida de tiempo, la evasión de sus tareas o que se irriten cuando se encuentran a alguien fantaseando con un libro en la mano, sino al contrario hay que crear los espacios y tiempos dentro y fuera del ámbito escolar, adecuados para el goce de la literatura.
Encontramos que una gran cantidad de maestros de diferentes niveles, desde preescolar hasta universitario, no tienen el hábito de la lectura y por lo tanto será difícil que puedan inculcar en sus alumnos el gusto por ella.
Existe una especie de rencor, ya que algunos maestros sienten que la promoción de la lectura, como tal, no es de su competencia.
Pero leer por gusto es algo que se contagia. Es importante la motivación por medio del encanto. Los maestros deben ser como guías que conduzcan las lecturas a través de los gustos del lector y deben ser lectores que sepan comunicar su entusiasmo.
Sin embargo nos parece que el fomento a la lectura no puede quedarse en el ámbito escolar. Un niño que no tiene libros en su casa, padres que no leen, no adquiere fácilmente el gusto por los libros. Padres que leen producen hijos lectores.
Por eso nos parece tan importante que el fomento a la lectura sea una tarea imprescindible del estado. Necesitamos una campaña a todos niveles y que esté adaptada a las particulares condiciones socioeconómicas y culturales de sus beneficiarios, con la participación plena de toda la comunidad educativa, y la sociedad en general, en el marco, de un Plan Nacional de Lectura.
Las campañas publicitarias para leer, como si por decreto se les va a inculcar a los niños y adultos la lectura.
Gianni Rodari, un periodista y escritor italiano presenta las formas de odiar la lectura
1. Presentar el libro como alternativa a la TV.
2. Enfrentando los libros a los cómics.
3. Cuando yo era joven leíamos más.
4. Los niños de hoy tienen demasiadas distracciones.
5. Echando la culpa a los niños de que no prefieren los libros.
6. Transformando el libro en instrumento de tortura.
7. Negarse a leerle un libro en voz alta.
8. No ofreciendo una elección suficiente.
9. Ordenando leer.
De Joan Carles Girbés, es parte de su libro “Guía práctica para hacer hijos lectores”; Diez consejos infalibles para que los niños ODIEN los libros (para padres y maestros):
- Cuando empiecen a leer en voz alta, interrúmpelos constantemente para marcarles sus errores. A ti también se te quitarían las ganas de seguir leyendo.
- Oblígales a leer. Nada más eficiente que una simple palabra, “lee”, para conseguir el efecto contrario.
- Menosprecia sus gustos y no respetes su criterio. ¿Qué es mejor, que lean lo que les gusta o que no lean?
- Imponles lecturas. Esa novela que tanto te gustó a su edad no tiene por qué ser de su agrado.
- Pídeles que te hagan un resumen. No dejes que asocien los libros con los deberes.
- Controla todo lo que leen. Interesarse no significa examinarlos e interrogarlos.
- Recuérdales los beneficios de leer. “Los niños que leen sacan mejores notas, como tu amigo”… y el chaval perdió las ganas de leer y tomó manía al amigo.
- Relaciona los libros sólo con los deberes. Un libro no ha de ser sólo un instrumento para aprender cosas.
- Castígalos sin tele por no leer. Convirtamos la tele en nuestro aliado: ¿cuántas películas infantiles se basan en libros?
- Exígeles lecturas inadecuadas. No por ser bueno y correcto es adecuado a su edad o estado madurativo.
“Una técnica se puede aprender con coscorrones: así la técnica de la lectura. Pero el amor por la lectura no es una técnica, es algo bastante más interior y ligado a la vida, y con coscorrones (reales o metafóricos) no se aprende”.
Resumiendo: hay varios trucos que sí nos parece imprescindibles para que los niños sigan leyendo
1.- Primero lee tú y te imitarán.
2.- Poder transmitir ese placer.
3.- Libros a su alcance.
4.- Respetar los gustos.
5.- Todos los lectores tienen un nivel y hay que conocerlo.
6.- La lectura en voz alta.
7.- Lo prohibido. Lo inalcanzable.
Así que ¡TODOS A LEER!
[1] Conferencia en la Sección 9 Democrática CNTE, el 29 de noviembre del 2012.
! Promotora Cultural, integrante de la Brigada para Leer en Libertad.
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